Cada día al escribir la fecha en la pizarra, de la que él está más que pendiente, diciéndome a la velocidad del rayo el día anterior y también el siguiente, (una actividad que propongo como rutina para intentar que capten un concepto tan abstracto como el tiempo y que se familiaricen con los números) él añade, expectante, los días que faltan para su cumple. Pero no sólo en ese primer momento del día, sino que me lo repite en varias ocasiones a lo largo de la mañana ¡Cuantísima ilusión y cuántas ganas de ser grande!
Y por fin llegó el gran día y tuvimos la suerte de compartirlo con sus abuelos Salvador y Maria Dolores, degustando la deliciosa tarta que cocinaron para nosotros.