Queremos que nuestro pequeño huerto escolar sea un instrumento pedagógico-didáctico que utilizaremos de forma interdisciplinar para estimular, motivar y mentalizar a las generaciones del mañana hacia el respeto y cuidado del medio ambiente. Nos consta, además, que con el huerto tenemos una herramienta de lujo para favorecer la inteligencia naturalista de nuestro alumnos. Pocas actividades pueden ser más placenteras y relajantes para ellos que los juegos con agua y tierra. Ve el vídeo y comprueba.
Coincide esta entrada en mi blog con el quinto cumpleaños de Carlitos, al que tuve la suerte de conocer recién cumplidos los cuatro meses. Me pasa a mí con su crecimiento lo mismo que a los niños con el crecimiento de las plantas: me sorprende poderosamente que aquella cosita tan pequeña haya crecido tanto. Sin embargo, experimento una gran diferencia con ellos. A los niños, acostumbrados a la inmediatez, el tiempo de espera del crecimiento se les hace eterno. Para mí, estos cinco años han transcurrido demasiado rápido. Ello me hace reflexionar, una vez más, sobre la importante de saborear cada minuto. Recordar, por ejemplo, el momento carrerilla/abrazo, con el que ha venido corriendo este mañana a saludarme, recordar el momento "ñ" (casualmente le ha tocado hoy exponerla) con la coincidencia de que tanto Mañero como Cañadas (su apellido y el mío) la contienen, recordar el momento celebración con su mami, o el momento huerto, con lo mucho que disfrutó toda la clase, hace que sienta de nuevo la necesidad de deciros, decirme, que la vida se compone de momentos, que la suma de todos ellos no puede ser más efímera, pero que en nuestras manos está la posibilidad de valorar y disfrutar cada instante. Que a ninguno se nos escapen.