sábado, 17 de junio de 2017

¡AY, EL AMOR!


Hoy hace 18 días que fueron tomadas las imágenes de esta entrada. Dos semanas en las que ni he querido ni he podido publicar en este blog. Y no me justifico, no tengo por qué. Tan solo he preferido dedicar toda mi energía y todo mi tiempo a mis seres más queridos. La vida entera es una opción y yo he escogido amar. He sentido la necesidad de dar y de recibir amor y, ¡cuánto he recibido!

Escribe Montserrat Algí que "El amor limpia, enriquece y nos hace libres. ¡Ay el amor!. Él es el maestro que nos enseña. Aquel que si enfermas te cuida. ¡Ay el amor!  Ese, el de verdad,...". Ese que a mí me hace  crecer, me reconforta, me sana, me llena el alma. Ese que busco cada día en cada rincón y que en ocasiones se me escapa. Ese que en estas circunstancias me ha compensado sobremanera y me va a resarcir en mi vida entera.

¡Ay el amor! Ese que prodigamos a nuestros hijos desde antes incluso de conocerlos. Ese que le deberíamos devolver con intereses  a nuestros padres. Ese que escatimamos a veces y despilfarramos en otras. Ese que siempre tenemos la obligación de corresponder y que tenemos la suerte de poder entregar en situaciones triviales y cotidianas. Amor como el que sienten Juanjo y Ana por sus hija ¿cómo no querer a la preciosa Ana? Ese que les ha llevado a regalarnos su tiempo y su ingenio realizando una interesante actividad en clase.  Han venido cargados de palillos y gominolas haciendo las delicias de los compañeros de tres añitos de Ana, y no sólo  por las veces que se han endulzado su boca, sino porque han sido capaces de  desarrollar su orientación espacial, su coordinación  óculo-manual y su creatividad, con grandes dosis de cariño y su sonrisa siempre  expuesta. 

¡Ay el amor! Ese que si es maduro, como afirma Fromm, hará que sientas que te aman cuando tú amas. Ese que se puede enseñar y que deberíamos derrochar a nuestro alrededor, ya que sólo a través de él seremos capaces de manejar  nuestros sentimientos y conseguir un mundo mejor.

¡Ay el amor!  Ese, el de verdad. El que si como maestros y padres somos capaces de despertar, haremos que aumente la inteligencia emocional  de nuestros niños, mostrándoles el rumbo a su felicidad.