Permitidme que agradezca públicamente a Ana, nuestra modista, su dedicación, su trabajo, su esmero, su creatividad y su perenne sonrisa a pesar de los muchos contratiempos. Es más complicado de lo que puede parecer combinar telas, elegirlas y adquirirlas a un precio que resulte medianamente asequible. Son muchas las horas que nos dedica y ella es clave para nosotros. Nuestros artistas parecen de Hollywood, pero son tan pequeños, que la puesta en escena es fundamental y, sin el esfuerzo de Ana, no podríamos lograrlo. Gracias una vez más.
A ver mañana cómo reaccionan los protagonistas en el escenario con los gorros puestos. Se han acostumbrado como campeones a estar en alto, a estarse relativamente quietos, a la oscuridad, al silencio pero... ¿y a llevar algo nuevo en la cabeza, no tocarle a la del compañero, y a que el salón de actos esté repleto? Bueno..., ya se verá, nosotros lo intentaremos.
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