En los primeros momentos de su exposición, dejó a un lado su timidez y su habitual tono bajo de voz para hablarnos, con un poderío asombroso y cierto alarde de fantasía, de lo bien que lo pasó estos días. Creo que lo que más le impresionó fue la copa del caballo ganador, los mantos de colores de todos los caballos, el atuendo en blanco y rojo que ella y toda su familia vistieron para la fiesta y la compañía de su primo. Fue muy graciosa al contárnoslo porque tiene la capacidad de hablar muy rápido, es muy inteligente, y tiene muy claro lo que quiere decir; pero a mis preguntas: "¿y aquí qué pasaba o qué hacíais aquí?" Ella respondía: "¿no lo ves? haciéndonos una foto". En definitiva, una embajadora perfecta para los caravaqueños. Yo la invitaría a dar el pregón de las fiestas.
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