Que necesitaba que fuéramos un equipo es lo que les dije el día en que nuestras vidas se cruzaron, y ¡vaya si lo hemos conseguido! Aquel día tuve pánico, pensé que tres seríamos multitud e incluso pasó por mi cabeza que muchos de los avances logrados en clase podrían irse al garete. Pero no ha sido así. Será que por aquel entonces no podía imaginar lo estupendas que son "mis seños" ni lo mucho que se iban a esforzar por hacerme caso y ayudarnos. Qué gratificante y qué fácil ha sido tenerlas en clase. Han entendido y respetado nuestras circunstancias, por lo que han actuado en concordancia. Los niños las adoran y todos los padres las han querido despedir, agradecidos, con un homenaje.
Mañana volveremos a nuestra aula, que he querido que sintieran suya, pero ellas ya no estarán con nosotros. Voy, vamos, a echarlas mucho de menos. Su alegría, su complicidad y su disponibilidad, lo mismo te traían un helado que regaban el huerto o cuidaban de Aleta, nos van a faltar. Pero la vida es así. Se trata siempre de exprimir cada instante porque nada permanece para siempre. Que el destino se encargue de repartirles suerte a partes iguales porque tanto Esther como Elsa la merecen.
Son maravillosas!!!!!
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